En una nueva jornada especial del Día del Niño, y con una sonrisa como bandera, el equipo de Fundación Sendero entregó juguetes, caramelos y alimentos a los chicos del comedor Los Angelitos de Ivy, de la localidad bonaerense de Burzaco. También visitó el comedor La Sonrisa de los Niños, en Rafael Calzada.
Dicen por ahí que “No todo se compra con dinero”, y más de
una vez hemos comprobado que la felicidad y la solidaridad se consiguen sin la
intervención de la plata. La frase es más que una metáfora para describir la
jornada que Sendero realizó ayer en el comedor del barrio El Ceibo, en el sur
del Conurbano, donde se entregaron juguetes, caramelos y bolsas de alimentos a más
de 200 personas, entre chicos y sus familias, que se acercaron desde la mañana,
para no perderse los festejos.
Una jornada parecida se llevó adelante en el comedor de
Rafael Calzada, con parte de nuestro equipo, donde colaboramos con más de 100
personas.
El encuentro se tiñó de colores y las ganas de ayudar
estuvieron a la orden del día.
En esta sintonía, la presidente de Sendero, Nora De Sío de
Vaglica, destacó la “movida de compromiso” de parte de los voluntarios, y
agregó que “sin ellos no hubiera sido posible llevar adelante la tarea”.
Sabrina Ortiz es una de esas voluntarias, que conoció a
Sendero hace tres años, cuando participaba de una agrupación de Scouts en
Claypole. Al año siguiente, abandonó al grupo, pero siempre pensó en retomar el
vínculo con la Fundación.
“Desde chica me acostumbré a pintar escuelas, a arreglar
casas, es mi filosofía de vida, y hoy quise volver a ayudar a Sendero porque estar
con los chicos, como pasa en estas jornadas, es algo único.”
El micro llegó a la puerta de la Fundación- Cerrito 65,
Temperley- a las 14 horas y allí nuestro equipo de trabajo formó una “cadena
humana” para pasar de mano en mano y cargar las cajas y bolsas de consorcio con
los regalos, cada una de ellas clasificadas y etiquetadas por edad y sexo:
“nenes”, “nenas” y “bebés”. Un grupo de
12 voluntarios estaba listo para animar la jornada, algunos de ellos
disfrazados de payasos, con corbatas a lunares y de colores, narices rojas y
caras pintadas.
El día fue algo frío, aunque se prestó con sol. Los chicos esperaban
ansiosos en la puerta del comedor y, al llegar, nos recibieron algunos con abrazos,
otros con preguntas: “¿Qué vinieron a hacer?”, “¿Qué sorpresas trajeron?”
Para empezar a evacuar dudas, los payasos ayudaron a
descargar la mercadería y de inmediato se pusieron a pintar corazones en los
cachetes de los nenes, como excusa para poder conversar con ellos, sacarles una
sonrisa y contarles sobre algunas de las sorpresas preparadas.
Todo transcurrió en un escenario variopinto: un portón de
chapa marcaba la entrada a un terreno en el que había un galpón a medio hacer,
con tinglado y columnas de hierro, pero decorado por completo con globos y
guirnaldas de colores, que daban vida al lugar. A la derecha del galpón, un
fondo que los varones usaban para jugar a la pelota, con dos arcos de fútbol
pintados sobre las paredes.
La franja etaria de los chicos que participaron del evento
también fue diversa, abarcaba desde bebés hasta adolescentes de 15 y 16 años.
Más adelante sí llegó el momento de repartir los regalos;
los varones hicieron fila por un lado, las nenas por otro, y el equipo de
Sendero los entregó, junto con un número, que debían conservar para la rifa que
vendría luego.
Daiana, una de las participantes, de ocho años, se mostró
feliz de recibir su juguete y confesó: “Me encanta venir porque están ustedes,
que me dan regalos y son re buenos.”
Al final de la jornada, se dedicó el tiempo a la rifa, que
tenía como premios especiales un par de botines y la bicicleta. Allí también se
aprovechó para repartir a las familias alimentos como aceite, galletitas, leche
y cacao.
Hermelinda “Ivy” Ramírez, referente del comedor, se mostró
más que conforme con los festejos y concluyó: “Cuando Sendero nos dijo que este
año se haría la jornada nuevamente acá, nos alegramos mucho, porque fue un
privilegio. Ellos están continuamente con nosotros”.
Aún quedan juguetes y bolsas de comestibles, que serán
distribuidos durante la semana a comedores de la zona, en Claypole, Transradio
y Florencio Varela.
En total, se entregarán más de 600 juguetes, cerca de 150
kilos de mercadería y 250 litros de leche.
Fundación Sendero es una
organización con sede en Temperley que asiste terapéuticamente a familias en
situación de vulnerabilidad social, coordina talleres comunitarios
socio-educativos de desarrollo y capacitación y gestiona donaciones a comedores
en jornadas regulares y especiales del año.
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